Los Beatniks graban en 1966 el primer disco del rock
nacional: Rebelde |
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de 1974 se cometió uno de los peores sacrilegios de esa década...¨ algo así hubiera dicho el diario Esquiú si en vez de ser religioso se dedicara al rock. Al margen de la humorada...existió una versión de La Biblia (un cover) de La Pesada. ¿Quiénes fueron los ángeles destructores?: - La orquesta llamada Ensamble Musical de
Buenos Aires (Cooperativa Cultural Limitada) los mismos que
acompañaron a Sui Generis en la presentación de su segundo LP en el Rex
(si mal no recuerdo), a las 11 de la mañana de un ¿era sábado o domingo?, dirigido por
Don Pedro Ignacio Calderón. Director asistente Andrés Spiller O sea, prácticamente todo el rock nacional...un verdadero cocktail. Con las ausencias del sector vinculado a Almendra y Nebbia (Molinari, Spinetta, Aquelarre, Litto, Moris, Zaguri, etc) La contratapa describe la misma escena pero con los temas temas y su duración etc. En el sobre interior que contiene al disco aparecen quienes tocan en cada tema: Lado A INTRODUCCION Ensamble Musical de Buenos A iresDúo de pianos: Carlos Cutaia y Gustavo Beytelman GÉNESIS Ensamble Musical de Buenos A iresGuitarra Claudio Gabis Voz: David Lebón MOISES Ensamble Musical de Buenos A ires 1ra parte16 voces: Charlie García y N ito Mestre 2da parteBajo: David L ebónBatería: Juan Rodriguez Guitarra: Claudio Gabis Organo Billy Bond Voces Charlie García y Nito Mestre 3ra parte Bajo: Osvaldo Favrot Ensamble Musical Buenos A ires 1ra parteBajo: David L ebónBatería: Juan Rodríguez Guitarras rítmicas y lider: Claudio Gabis Piano: Charlie García Voz y doblaje: Billy Bond 2da parte Bajo: David L ebónBatería: Juan Rodriguez Guitarras rítmicas y líder: Claudio Gabis Piano: Charlie García Armónica: Claudio Gabis Voz: Alejandro Medina Lado B PROFECIAS Ensamble Musical Buenos A iresBajo: Rinaldo Rafanelli Batería: Moro Guitarra acústica: Kubero Díaz Guitarra eléctrica: David Lebón Piano: Carlos Cutaia Voz Billy Bond Voces: David Lebón, Rinaldo Rafanelli y Billy Bond LIBROS SAPIENCIALES Ensamble Musical de Buenos A ires 1ra parteBajo Alejandro M edinaBatería: Juan Rodriguez Guitarras rítmicas y lider: Poli Martínez Guitarra acústica: Gustavo ¿litlein? Organo: Charlie García Voz: Rinaldo Rafanelli 2da parte Guitarra acústica: Osvaldo Favrot Voz lider: Fernando Bergé Voces: Osvaldo Favrot Fernando Bergé, Carlos Goler y Claudio Martínez. CRISTO Introducción: Ensamble Musical Buenos Aires Efectos especiales: Billy Bond Violín: Jorge Pinchevsky 1er parte Bajo: David Lebón Voz doblaje: Billy Bond 2da parte Bajo: David Lebón APOCALIPSIS Ensamble Musical de Buenos Aires GRABADO EN ESTUDIOS ODEON Tito Demoron
Los motivos por los que no
invitaron a Vox Dei? |
Kubero Díaz Salí de mi casa y entre a "La Cofradía", la cuestión es que como todos los que pertenecían a la Cofradía estudiaban en la Universidad, ellos iban a "el comedor universitario". Pero yo no!!, cuando me fui de mi casa mi viejo me dijo: "andá pero yo no te mando un mango". Entonces yo me quedaba en el techo de la casa que alquilábamos, tomando mate y tocando la viola, componía muchos temas que más tarde fueron a parar al primer disco de La Cofradía. Mientras componía todo ese material, lo único que comía era pan duro de la cocina y mate . Hasta que me salió el primer laburo, cuando me vinieron a buscar como recambio de otro guitarrista en una "Boite" iba y tocaba toda la noche y así fui "zafando". La Pesada "Para mí, fue maravilloso, tocar con Alejandro Medina era para mí como tocar con Jimi Hendrix. Como te explico lo que era "el negro" en ese momento para mí. Tené en cuenta que yo siempre lo admiré, desde que vi a "Manal" en vivo, eran una "aplanadora". Entonces tocar con él, para mí era una cosa inalcanzable, y de repente lo tenés ahí y estas compartiendo cosas, es bárbaro... me hablas de "La Pesada" y me acuerdo de 'el negro'. La Pesada tenia sus cosas, pero eran muy abiertos en lo que respecta a los músicos que podían participar. Imagínate que se cambiaba mucho de músicos, por momentos había un baterista, por momentos dos. Siempre que un baterista quedaba flojo, metíamos dos baterías, entonces los conciertos eran más fuertes... Era una banda grande, con vientos, teníamos un saxofonista como Kuselman. Un gran maestro que hoy esta en Mendoza. Había conciertos en los que Yo me asustaba de la energía que generábamos, porque te seguía una bola de gente terrible. Algo como les pasa a "Los Redonditos de Ricota" hoy, es lo mismo, además hacíamos dos y hasta tres recitales en una noche, era de locos". -En su momento Miguel Grimberg dijo a la revista Panorama: 'La Cofradía' junto con 'Manal' y 'Almendra' son la música del futuro..."Me acuerdo de esa nota...era un visionario el tipo... jajaja!!!..."
Mateo
Mateo sigue siendo el secreto mejor
guardado de la música del culo del mundo, el Río de la Plata. Un secreto de músicos
uruguayos más que un artista conocido por el público, Mateo redondeó en 25 años de
accionar una obra con picos altísimos de calidad, sólo que desperdigada. Su caso parece
similar al de Tom Zé, el brasileño que en 1999 se convirtió en el niño mimado de las
vanguardias y la prensa especializada estadounidenses, tras haber sido
"descubierto" en 1986, de casualidad, casi por error, por David Byrne. Si Byrne
hubiese entrado en una disquería de Montevideo en lugar de una de Río, hace 14 años,
probablemente sería hoy Mateo el artista de culto internacional, no Zé. Pero no fue
así, una constante en la vida de Mateo, al que casi todo lo que le pudo salir mal, le
salió mal. Nebbia fue uno de los primeros argentinos en darse cuenta de que Mateo era un creador en serio. "Me volví loco cuando lo conocí: era increíble el swing y el talento de ese tipo", testimonia Nebbia, que incluso cruzó el charco para tocar en homenaje a Mateo, en un recital organizado un año después de su muerte. Nebbia, por otra parte, grabó Quien te viera, uno de los temas del uruguayo, en su disco debut como solista. Es difícil que guste a primera impresión: su obra es un conjunto de piedras en bruto, en que se adivinan las piedras preciosas que las habitan. buena parte de lo mejor de su obra jamás llegó al disco, ni fue registrada en formato alguno. Fue tocada en vivo o en ensayos y, simplemente, se perdió. Incluso antes de su muerte. Lo que las grabaciones en cuatro canales atrapan -muchas de ellas fueron arrancadas por la fuerza al músico, o publicadas casi contra su voluntad- parecen, en general, el borrador de una obra por venir. Lo por venir, el porvenir, nunca pareció importarle mucho a ese hombre nacido en 1940, en el seno de una familia de clase media baja de los barrios del sur de Montevideo. Jaime Roos -por lejos, el músico uruguayo más reconocido en la Argentina- parece, por momentos, ser nada más -y nada menos- que el hombre que pasó en limpio los borradores garabateados por Mateo. Empezando por su voz y por la forma de impostarla. uno de los grandes propulsores del reconocimiento que hoy existe por Mateo en Uruguay fue el músico y periodista brasileño Guilherme de Alencar Pinto, autor del exhaustivo libro de investigación Razones locas y colaborador de Roos en las ediciones que ahora se consiguen en la Argentina. El brasileño, que tuvo una relación con Mateo a la vez admirativa y tensa -el trato con él era cuanto menos complicado- cuenta que cuando empezó a vivir en Montevideo le daba impresión que se le diese tan poca pelota a su talento. Era como si Mateo fuera parte del inventario de la ciudad por la que vagaba, intentando en vano ganarse la vida con su música, y la gente se había acostumbrado a eso, a que si el hombre había desperdiciado su vida, por algo sería, y no era un problema de ellos. De una palabra inventada por Mateo, al que el idioma le quedó chico según fueron pasando los años, la "contumancia", surgió el nombre de una revista argentina de música, "En los setenta, Mateo fumaba porro como un loco y parecía que siempre andaba en una nube. Le chupaba un huevo ser Artista. Estaba convencido de que no debía transar con nada ni nadie, y que si el precio era cagarse de hambre, se iba a cagar de hambre. Y así fue". "Y hoy te vi" parece el borrador de "Un vestido y un amor", uno de los temas más afortunados y bendecidos de la historia de Fito Páez: "Y hoy te vi/ mirando rosas hoy te vi/ tú nunca dices qué hay en ti/ y hoy te vi", dice la letra de Mateo, en el estribillo. "A Mateo -cuenta Fito- me lo introdujo hace años Osvaldo Fattoruso, para el que es Dios. Vos le hablás de Mateo y él hace reverencias, de verdad. Para mí, Mateo es como una mezcla muy a la uruguaya de Zitarrosa con Tanguito, un tipo muy lastimado y muy genial. No recuerdo haber escuchado Y hoy te vi antes de componer Un vestido y un amor, pero si en algo se le parece, me parece muy potente, bárbaro. Metafísica artística rioplatense, tal vez." Esa canción de Mateo tuvo su pequeña historia en la Argentina, hace ya mucho tiempo. Horacio Molina, que pensaba grabarla, se la enseñó a Sandra Mihanovich, a quien le daba clases de guitarra, allá por 1975. Sandra, para disgusto de Molina, la grabó para la banda de sonido del film Sola, de Raúl de la Torre, con Graciela Borges. Esto originó en 1976 una negociación con Mateo para que cediera los derechos legales del tema a cambio de un dinero importante. La leyenda que circula por Montevideo cuenta que un empresario argentino que fue a buscarlo lo encontró en una pensión de mala muerte y que Mateo lo atendió de pijama, recién levantado, con una media de mujer en la cabeza, para achatar su pelo. Después, comentó: "Típico empresario argentino, de traje, apurado, lleno de palabras bonitas". Horacio Molina, que era amigo y fan de Mateo (incluso lo tuvo hospedado en su casa varias veces), grabó en Francia cinco de sus temas y nunca sacó de su repertorio "Esa tristeza". Mateo solía hablar pestes de los porteños, a los que asociaba con una viveza que despreciaba y con una ansiedad que chocaba con su mansedumbre. Dos LP:Mateo solo bien se lame, aparecido en 1972, y De cuerpo y alma, en 1984. Ya era considerado por entonces un
prócer musical en Uruguay, sobre todo por El Kinto, pero no tenía disco propio. A esa
altura, el medio ya tenía claro su carácter de divagante perenne, de diletante a la
violeta, la inexistencia de un proyecto personal a largo plazo. Sin embargo, el técnico
de grabación Carlos Piriz, uno de sus fans acérrimos y un socio, Coyo Abuchalja, casi
que lo obligaron a empezar a grabar en Buenos Aires en 1971 lo que sería Mateo solo bien
se lame. Tras pagarle al músico y a su novia Nancy pasajes y estadía, los flamantes
dueños del sello musical De la Planta empezaron a comprobar que el intento de registrar
las canciones en una semana era utópico: los tiempos de Mateo eran imposibles. Grababa un
día un tema, que parecía recordar de casualidad, leyendo un cuaderno, y al día
siguiente lo borraba. Invitaba músicos argentinos o radicados en la Argentina -entre
otros, Horacio Molina, Pocho Lapouble, Jorge López Ruiz, Galo García, Oscar Cardozo
Ocampo- y no los hacía tocar, los tenía de claque. Algunos tal vez estaban cuidando los
instrumentos que podían haberle prestado, atentos a los datos que decían que Mateo
hacía con toda naturalidad aquello que la leyenda cuenta que hizo Pappo con la guitarra
que Spinetta le había prestado, más o menos por la misma época de estados alterados.
Otros días, corriendo con las horas pagas de estudio, llegaba hasta ION sólo para decir
que no estaba inspirado, y que volvía al día siguiente, o directamente no aparecía. Uno
de los problemas de Mateo en Buenos Aires era claro: fuera del circuito montevideano, que
conocía al dedillo, no conseguía marihuana ni anfetaminas. Debía arreglárselas con
pastillas para adelgazar. Estuvieron dos meses en ese ir y venir, en esa apuesta de dos
convencidos de su grandeza a registrarle un disco como arrancándoselo. Hasta que un día
Mateo hizo la típica "voy a la esquina a comprar fasos" y se volvió a
Montevideo, cerca de Navidad. El disco terminó siendo, lógico, el borrador de lo que
podría haber sido: Piriz estuvo un año pegando partes de temas, cortando otras, armando
conceptualmente los trozos dispersos, bordando un rompecabezas a partir de las pistas
dejadas por el autor. "En esa época -cuenta Molina-, Mateo fumaba porro como un
loco, y parecía que siempre andaba en una nube. Estábamos en casa y de repente me
decía: Vení, loco, acompañáme que tengo una actuación. Y entonces partíamos y
llegábamos a un boliche, por ejemplo, de Almagro, y el tipo tocaba unas cosas
dificilísimas para tres borrachos uruguayos que lo conocían y dos argentinos que lo
miraban como sapo de otro pozo, y él estaba chocho. No tenía esa cosa de Soy Artista. Le
chupaba un huevo ser Artista. Estaba convencido de que no debía transar con nada ni
nadie, y que si el precio era cagarse de hambre, se iba a cagar de hambre. Y así
fue."
Rodolfo Mederos (Pelo 1977) "Me fui a Córdoba y al tiempo enganché con algunas orquestas típicas. Con la guita que ganaba me las rebuscaba para estudiar: enesa época pensaba ser biólogo. El bandoneón era una cosa fenómena pero no me lo planteaba como vocación, hasta el día en que escuché por radio algo que me cambiaría el panorama. Yo no conocía a Piazzolla y la música me resultaba como chata. Yo tocaba en orquestas muy humildes, humildes musicalmente; orquestas que además de imitar lo de Buenos Aires, eran malas. Un día escuché por la radio "Lo que vendrá", y me mató. A partir de entonces, todo resultó distinto, como si alguien me hubiese hecho plac! y me hubiese dado vuelta todo. De ahí en mas todo fue diferente." "Con mis escasos conocimientos trataba de descifrar las composiciones de Astor, un poco para investigar el secreto. Fijáte que era como trasladar la biología a la música. (...) Un día sentí el irrefrenable deseo de escribir. Para mi era terrible el hecho de sentarme con el lápiz y el papel y dibujar la música. Hasta ese tiempo yo había hecho arreglos, mejor dicho: modificaba dos o tres compases de algunos tangos, pero ni siquiera sustancialmente. Eso me llenaba de una profunda emoción: llamaba a un pianista amigo y pasábamos las tardes enteras tocando lo que había hecho yo." "En esa época había dos géneros que pisaban fuerte: el tango y el jazz. Los tipos de jazz se mostraban muy abiertos, se podía hablar muy bien con ellos porque escuchában música; en cambio los tangueros solo hablaban de minas y carreras de burros." "Piazzolla tocaría en una radio; yo agarré la bicicleta y me dirigí hacia allá. cuando entré a la radio escuché una música que me gustaba mucho, pero estaba tan nervioso que no me daba cuenta de que era un tema mío. En el fonde del recinto vi a Piazzolla al lado del grabador; le estaban haciendo escuchar una cinta de uno de los programas míos. Piazzolla me felicitó y me dió la mano; me resultaba increíble verlo seguir el ritmo de mis composiciones con las manos; las movía como si estuviera amasando. Allí me formuló la invitación para venir a Buenos Aires; yo no pude aceptar su propuesta en esa oportunidad (estaba haciendo el servicio militar)." "A los cinco años Piazzolla volvió a Córdoba y le pidió a la Dirección de Cultura que me localizara, porque quería tocar conmigo. Cuando me dieron esa noticia largué de nuevo la biología, que en ese momento había retomado, y reconstituí el grupo. Habíamos programado que nosotros tocaríamos tres temas, pero cuando nos estábamos despidiendo y saludando al público, Piazzolla desde el palco nos indicaba que siguiéramos tocando. Así fue que hicimos siete temas. Cuando terminó todo, Piazzolla en al calle, me dijo: dejá la biología para los biólogos; vos sos músico." "Ante su pedido de establecerme en Buenos aires le hice caso. Había llevado 8000 pesos. y con eso aguanté un mes. Fui a tocar en cantinas y sucedieron mil cosas. Me echaron del hotel porque ya no podía pagar. Tenía que robar pan duro desde una terraza de hotel, ese que usan para rallar, porque no tenía para comer, y para colmo me robaron el bandoneón. Piazzolla me regaló el de él que es el que tengo actualmente." "Cuando la situación mejoró, armé un conjunto integrado por Alchourrón (guitarra) Schneider (flauta) y Fernando Romano (bajo). (...) poco a poco me mezclé con los músicos de rock: Almendra, Litto Nebbia. Todos los grupos de rock que tenían que grabar me llamaban a mí, como si fuera el único bandoneonista de Buenos Aires." "Yo estaba podrido. No me dejaba satisfecho pugliese en sí, ni Piazzolla en sí, ni el rock en sí; cada una de esas expresiones, por sí solas poseían carencias. Yo me sentía como el unificador de todas esas cosas. Actualmente siento que a través de todo esto llegué a una síntesis y que es Generación Cero." Parecería que aquí aparece, nuevamente, el biólogo, el descubridor, el Pasteur de la música. Sin embargo es cierto que todo compositor tiene la imagen de un ideal de perfección, que es el que mejor explica el sonido de el instante físico y emocional en el cual vive. "Los entendidos de jazz, dicen que hubo jazz hasta una determinada época, y que a partir de ahí ya nadie hacía estrictamente jazz. Con el tango pasa lo mismo. Si a esta música la llamamos tango es por inercia." Obviamente, rock es el de Chuck Berry, a esta altura del partido "rock" es simplemente un apellido para su descendencia.
Lo cierto es que el primer contacto musical de importancia entre el Indio y Skay ocurrió en La Plata. El Indio pasó a ocupar un departamento en City Bell. "Era una época en la que escuchábamos mucho a Frank Zappa y leíamos mucho a Gurdieff", recuerda Poli. Una época en que algunos, frente al auge de las guerrillas, enarbolaban ideales pacifistas y no por ello ingenuos o blandos. De aquellas sesiones surgieron los primeros temas, muchos que luego se volverían famosos. "Los roles no estaban tan claros, éramos como quince allí arriba". Sus esporádicos shows en el teatro Lozano de La Plata eran denominados, lisa y llanamente, "lozanazos". "Patricio Rey llega a Salta", tituló el periódico local El Intransigente. Se definía allí a la banda como "un grupo de universitarios platenses que hacen música en sus ratos de ocio". Ahora bien, en los primeros tiempos de los Redonditos, los recitales eran espectáculos visuales donde la puesta en escena era primordial. Había payasos, anunciadores, chicas ligeras de ropas (Monona y María Isabel), anunciadores, una imitadora de Carmen Miranda (Cecilia "Solita") y hasta gallinas sueltas. "De toda esa barra de La Plata que comenzó con esto, hubo algunos más testarudos que otros", ha dicho Poli. "Los cómicos, las chicas, los anunciadores... en fin, todos ellos fueron quedando en el camino, tal vez por mantener a través de los años una producción independiente. Y también porque el público se empezó a poner más inquieto durante los baches en que la banda no tocaba. La gente pedía que esos personajes dejaran la escena para que siguiera el rock'n roll". También hubo en esos primeros años un incesante desfile de instrumentistas. Como baterista solía estar Migoya. Como guitarrista llegó a pasar por las filas ricoteras Gabriel "Conejo" Jolivet, futuro líder de Dulces 16. Señala el Indio Solari que recién debería hablarse de los definitivos Redonditos de Ricota a partir de su primer afincamiento en Buenos Aires. "A partir de ahí es cuando empieza a pasar algo. Antes éramos más como un grupo de amigos". La radicación en Capital Federal ocurrió alrededor de 1978. Antes el Indio volvió a Valeria, y Poli y Skay fueron al Chaco, a trabajar en la cosecha del poroto. Años nómades, sin duda. Según Solari, "nos hemos mudado infinidad de veces, hemos vivido alternativamente en el campo y en la ciudad, hemos sido tipos de abandonar departamentos enteros, con cosas adentro, que enseguida vienen los amigos y se las llevan, por el gusto de hacer experiencias significativas". De hecho, el desembarco en Buenos Aires fue bastante paulatino. Tras una primera y breve experiencia, entre 1979 y 1980 volvieron a mudarse a la costa atlántica (Skay y Poli en Mar del Plata, el Indio en su Valeria del Mar), en 1981 regresaron por un corto tiempo a La Plata, y recién para 1982 adoptaron la Capital como firme base de operaciones. Hacia 1979 el prestigio del grupo estaba creciendo y comenzaron a aparecer, en pequeñas revistas, las primeras menciones, los primeros comentarios. Fue en febrero de ese año, en la prestigiosa Expreso Imaginario, que el periodista Claudio Kleiman tuvo el privilegio de recoger las únicas declaraciones a la prensa que hiciera hasta hoy el mítico Patricio Rey. Decía allí: "La transferencia de la idea sólo es posible con la participación en el acontecimiento. Lo único útil para comprender es participar. Les aconsejo dejar su vocación periodística en las boleterías para perder la forma humana de la manera más adecuada". Los primeros ensayos del grupo en la ciudad de Buenos Aires tuvieron lugar en una vieja sala ubicada en la esquina de Callao y Rivadavia, pleno barrio de Congreso. Su primer recital porteño, allá por el '78, fue en Centro de Artes y Música (ex Periscopio) de la calle Cerrito al 200. Como de costumbre, el Doce repartió entre la concurrencia redonditos de ricota, aunque ahora bajo el alias del Sultán Mumificante, y también debutó formalmente el Ballet Ricotero, ensamble coreográfico femenino bajo vestuario del Mono Cohen. Los dueños del local vieron el show y sintieron que semejante carnaval era tal vez demasiado para esos años de miedo. Al enterarse Poli de que la segunda función sería suspendida, se parapetó en la puerta del local con un cartelón cruzado por la leyenda "Patricio Rey prohibido". A esta altura, mucho más que una manager, Poli se había convertido en la "ingeniera psíquica" de la banda, en la "hechicera", en la "9 mm", en la "public relations". Cuatro muchachos que editaban como podían una revista subte llamada La Ballena se acercaron solidarios a Poli y acabaron organizando un show reivindicativo en la sala Monserrat. ¿Los jóvenes? Jorge Dorio, Jorge Nacer, Gustavo Noya y Roberto Pettinato. Alrededor de la célula madre del grupo (Skay, el Indio, Poli) seguía orbitando un elenco variable. A veces regresaban los viejos amigos, como Veme, Fenton o el baterista Tzocneh (otro ex Cofradía), a veces la cosa se ponía rockera y tocaban Marcelo Puchi y León "el blusero", a veces subían actores como Robertino Granados o Betty Kauffman (con su parodia de "Cabaret"), y a veces incluso se sumaban invitados fugaces como el mismísimo Horacio Fontova, el guitarrista Pato, el bajista D'Aloisio o el baterista Diego Rodríguez, ex integrante en Francia de la agrupación Miguel Abuelo et Nada. Sala capitalina más frecuentada en esos tardíos años setenta: el teatro Margarita Xirgu de San Telmo. Temas que estrenaban por entonces: "Mejor no hablar de ciertas cosas" (después grabado por Sumo), "Quemá el cielo", "Rock del país", "Kriminal mambo", "Para Monona Blues" o "La vaca cubana". Si hubo un año en que los Redondos se establecieron en Buenos Aires, ese fue 1982. Por un lado, el Indio consiguió un trabajo estable en un Hogar de Niños. Por el otro, un pequeño sello independiente administrado por Marcelo Morano y Fernando Basabru les ofreció grabar un demo con vistas a un hipotético elepé. La grabación tuvo lugar en los estudios de la RCA. El disco nunca salió pero el demo ("Mariposa Pontiac", "Superlógico", "Nene, nena", "Pura suerte") sonó con insistencia y buena repercusión en varias radios, sobre todo en la vieja FM Del Plata. Eran los últimos años de la dictadura militar y un nuevo underground estaba despuntando. A su manera, los Redonditos se alinearon en esa escena. En sus shows de entonces, por ejemplo, solían subir como invitados Celeste Carballo, Daniel Melingo o las Bay Biscuits (Viviana Tellas, Fabiana Cantilo, Isabel de Sebastián). También con frecuencia el periodista Enrique Symns trepaba al escenario y lanzaba sus monólogos malditos y febriles. Entre aquellos que rodeaban al "trío que tira del sulky" hacia 1982 cabe mencionar a Alejandro Pensa (batería), al fiel Semilla Bucciarelli (bajo), a un futuro Los Twist como Gonzo Palacios (saxo), a un ex Nito Mestre y los Desconocidos como Rodolfo Gorosito (guitarra), y a su mujer Laura Hutton en coros. Mientras sonaba "Golpe de suerte", "Vamos las bandas", "Cua cua amén" y otros estrenos del momento, la ex compinche de aventuras de Miguel Abuelo, la bailarina y actriz Krisha Bodgan, encabezaba un extraño ballet donde también hacían de las suyas las hermanas Claudia y Marcia Schwartz (pintora). Tras el debut de esta nueva troupe en el teatro Bambalinas, el espectáculo recorrió el pub Zero y la Esquina del Sol. No llenaban estadios los Redonditos, pero su público era de una fidelidad conmovedora. "Ir a misa", en aquel ambiente rockero, quería decir ir a los recitales de Patricio Rey. "Solos y de noche" fue desde siempre uno de los lemas del Indio Solari. Esto quiere decir que al cantante de los Redondos nunca le terminaron de convencer los festivales ni tampoco los recitales a la luz del sol. Una vez, no obstante, Solari hizo una excepción por una noble causa. Se trató del festival Pan Caliente, celebrado para colaborar económicamente con la revista alternativa que dirigía Jorge Pistocchi. Corría 1982 y el festival sirvió doblemente para bienvenir a aquellos músicos que volvían del exilio (Nebbia, Abuelo) como para poner bajo la consideración de un público importante todas esas nuevas propuestas que venían gestándose casi en secreto, especialmente los por entonces ignotos Alejandro Lerner, Celeste Carballo, Los Abuelos de la Nada y los Redonditos de Ricota. Un año después, durante la campaña electoral previa al triunfo de Alfonsín, los Redondos participaron de un concierto colectivo en Parque Lezama, en apoyo a la candidatura a diputado "por los derechos humanos" de Augusto Conte (Democracia Cristiana), aunque esta vez fue Skay quien llevó la voz cantante por aquello del lema del Indio. Y un par de meses más tarde, ya consagrada ganadora la fórmula Alfonsín-Martínez, los Redonditos coparon el teatro Bambalinas. Era la noche del 9 de diciembre, víspera del regreso a la democracia. A pocos metros, en la Plaza de Mayo, Madres, Abuelas y otras organizaciones de derechos humanos preparaban sus pancartas y banderas. Esa noche, en San Telmo, tras los monólogos del Mufercho y de Symns, la bailarina Monona pisó las tablas toda vestida de militar, lentamente empezó a quitarse la ropa y terminó desnuda, enseñando un cuerpo todo pintado de oro.ESPECIAL PARA LA REBELISTA Hace un año y medio atrás para las fiestas del 2000. Yo venía de una zapada en Luján en donde tengo un alumno y tenía que ir a una quinta en Matheu a pasar la Nochebuena con mis viejos. La cuestión es que había sido una velada gratísima de Blues y festejos, y luego me equivoqué al agarrar la ruta de vuelta. Cuando ya había pagado como 5 mangos de peaje y en franca dirección hacia la provincia de La Pampa llegué a la conclusión de que andábamos por cualquier lado. El tema es que tenía que agarrar una ruta que pasa por Pilar y llega hasta Luján y casualmente es la Ruta provincial 25 pero no la del tema que habla de la Patagonia. Pilar, territorio de barrios privados, Escobar zona de Countrys también y en el medio un lugar llamado Villa Rosa ultima parada de un ramal que sale de Retiro (algo parecido al Finisterre ricotero) todo mal. Sabía que si me agaraba esa barrera (ya era de noche) iba a terminar como Irma Jusid según Capusoto. Cuando estaba llegando a duras penas a través de una ruta destrozada, pum, cae la barrera. A mi derecha había una banda de unos 20 pibes en la puerta de un mercadito de coreanos golpeando un Fitito a modo de caja de ritmos y cantando a voz de cuello: El futuro llegó hace rato
No voy en trenes El futuro llegó hace rato El otro día un amigo me decía que el público que sigue a los Redondos no entiende un carajo lo que dicen... Entonces le conté esta anécdota. Jorge Senno |
(por Tito Demorón) -1- Nombre Completo: ISA PORTUGHEIS o ISAK PORTUGHEIS Kubero Díaz
"(...) Todo estaba listo, subimos al colectivo, y a los dos kilómetros nos dimos cuenta de que faltaba Kubero. Volvimos a buscarlo, y estaba en el techo, tocando la viola como si nunca nos hubiéramos ido. Así nacieron Los Grillos. Con el tiempo, fuimos La Cofradía de la Flor Solar. Revista Humor abril 1984 Recopiló: Tito demoron materia gris en 1972 graba una ópera "oh, perra vida de beto"
Skay Bellinson Cuando viajé con mis viejos a Sudáfrica. En ese barco, en un momento se hace como un concurso, donde todos podían hacer su gracia. Yo con mis 15 años subí con mi guitarra y toqué un tema de Los Beatles y uno de Peter, Paul & Mary. Parece que fue lo que más gustó, porque me gané un viaje a España. Como yo era muy chico, mis viejos me dicen que esperáramos un año y nos fuéramos con mi hermano, Guillermo, a estudiar a París. Él estudiaba antropología y quería ver si podía hacer algún curso con Lévi-Strauss, para aprovechar el viaje. Justo caímos en París en 1968, y era un hervidero, se estaba produciendo un cambio en toda una generación. La historia recuerda simplemente el Mayo francés, pero nosotros llegamos en noviembre, fuimos a vivir al Barrio Latino y había manifestaciones todo el tiempo, se tomaba el barrio por una o dos horas, entraba la policía y había corridas. En una de esas manifestaciones, la policía me parte la cabeza de un palazo y mi hermano y yo terminamos presos. Nos dijeron que nos teníamos que ir de Francia y nos vamos a Londres, donde estaba mi otro hermano (Daniel), que ya se había conectado con un montón de hippies de todo el mundo. Era algo increíble, París ya me había partido la cabeza, pero cuando llegué a Londres me terminó de explotar. Para mí fue un quiebre, una manera de empezar a entender la vida desde otro lugar. ¿Por qué volviste? Mis viejos se habían enterado de que estábamos en el mal camino, se asustaron y nos hicieron volver. Entonces yo aproveché para sobornarlos y les pedí un amplificador y una guitarra. Cuando volví de Inglaterra, ya tenía ganas de armar una banda. Me había traído un equipo Marshall, una guitarra Gretsch, un distorsionador y un wah-wah. Yo ya venía tocando con (el tecladista) Bernardo Rubaja -que más adelante tocó en la primera época de los Redondos-, y él me conectó con (el baterista) Isa Portugheis y el Topo Daloisio. Cuando el Topo conectó el distorsionador y el wah-wah, para mí era como Hendrix, así que le di todas mis cosas y pasé al bajo. Yo era bastante maleta como guitarrista y con el bajo me llevaba bastante bien. Con Isa hacíamos algo interesante, porque empezábamos a deformar los ritmos a la manera de Cream. Eso fue Diplodocum Red & Brown. Nuestros recitales eran psicodélicos, hacíamos proyecciones, juegos de luces con aceite. Hicimos un par de conciertos con Diplodocum y la Cofradía, en el Teatro Opera de La Plata. También tocamos en el primer B. A. Rock, en el Velódromo. Una vez vino Cristina Plate a La Plata y nos propuso grabar un simple, que salió en el sello Trova ("El blues del hombre de la cara azul" y "Blind sex"). Cantábamos en inglés. Creo que grabamos los dos temas en un par de horas. Cuando vuelvo de Inglaterra, me dicen que hay un grupo de músicos que está viviendo en una comunidad en La Plata. Y para mí fue toda una novedad descubrir que aquí estaba pasando algo tan parecido a lo que había visto allí, con sus propias características. Cuando los conocí les mostré el distorsionador y el wah-wah: enloquecieron, era la primera vez que veían uno. Yo tenía 17 años y aún estaba intentando terminar el secundario, pero no lo conseguí. No por mal alumno, sino porque me parecía mucho más interesante lo que estaba pasando afuera, dentro del colegio me estaba perdiendo la vida. Ahí nos conocemos con Poli y nos vamos a vivir juntos a esa especie de terreno baldío, con mucha otra gente. Sí, hicimos un par de recitales en el Teatro Lozano, y luego con Poli nos vamos a vivir a Salta. Allí conocemos una gente, le decimos que teníamos un grupo y les proponemos ir a tocar. Ahí es cuando aparece el nombre Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, porque necesitábamos anunciarlo de alguna manera para el viaje a Salta. El diario de Salta publicó que era "un grupo de estudiantes platenses" (risas). Porque lo del Lozano eran como fiestas que primero se hacían en casas, pero al final era demasiada gente y decidimos juntar entre todos un poco de guita para alquilar un lugar. Poli descubrió el Lozano, que era un teatrito muy simpático, y empezamos a trasladar toda la fiesta allí. Una noche luego de tocar en el Lozano, nos subimos al micro y nos fuimos para Salta. Y a la vuelta volvimos a tocar en el mismo lugar, que fueron los "Lozanazos", ya con el nombre Patricio Rey. VOLVERÁN (21-08-78) "Como era de suponer el concierto de Patricio del día 19 ha sido levantado porque el teatro no lo pudo soportar. Patricio lamenta que su público no pueda escucharlo por ser lo que es". Quienes se dieron cita el sábado 19 de agosto en las inmediaciones del Centro de Artes y Música (Cerrito 228), una galería céntrica con una salita de teatro en desnivel hacia el subsuelo, leyeron la aclaración escrita en letra de imprenta y urgencia de bolígrafo al pie del manifiesto que se repartía en la entrada. Escrito a máquina, el texto estaba encabezado así: Bienvenida a Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota con motivo de su próxima actuación en Buenos Aires. Y el remate ensayaba una venganza contundente: "VOLVERÁN". La noche era ciertamente fría y Poly daba vueltas por la vereda con una pancarta que daba cuenta de la suspensión. Horas atrás, el show estaba programado para empezar a las nueve, la incipiente manager o algo así del grupo había cruzado con el dueño del local la siguiente discusión. - No, acá me van a cerrar, esto no puede ser! Lo siento mucho, te devuelvo el dinero, no pueden actuar. Haciendo lo que ustedes hacen, no puede ser! - Okey, usted nos prohíbe pero yo voy a venir a la puerta con un cartel para avisar a la gente que no se hace la función. - En la calle hagan lo que quieran...usted corre el riesgo, pero adentro del teatro...no. Las chicas del ballet ricotero (Silvia Fainbloch, Cecilia "Monona" Elías, María Isabel Hayworth), el Sultán, el payaso Martínez o Mufercho y la corte de efebos repartidores de buñuelitos de ricota se volvieron esa misma noche a La Plata. La banda repartida en distintos lugares de la ciudad se quedó en Buenos Aires unos días más. Una vez que la audiencia, que a consecuencia del boca a boca mostraba un incremento respecto del día anterior, quedó anoticiada, Poly volvió al departamento de Cangallo y Montevideo donde junto a su pareja Skay había establecido el comando de operaciones porteño de los Redondos. "Tenés los ojos azules como un cielo" le dijo la performer plástica Marta Minujin a Eduardo Beilinson, una de las noches del Instituto Di Tella. Y así, como se diría cielo en inglés, quedó bautizado: Skay. El lugar era el epicentro de la psicodelia y el pop porteño y los integrantes de la banda platense Diplodocum Red & Brown se habían vuelto habitués del bunker artístico de la calle Florida. Hijos de una familia acomodada de La Plata, los hermanos Beilinson (Eduardo,Guillermo y Daniel) habían pasado parte de la temporada 67/68 en Europa y regresaron a la ciudad de las diagonales con discos inconseguibles, el testimonio de haber visto a Hendrix en vivo y el primer amplificador Marshall que pisó la Argentina. Así Diplodocum tenía todo listo para envenenar a la gente hip de La Plata. Rocambole: "Ellos creían que nadie tenía noticia de lo que estaba pasando en Londres, entoces venían con una energía bárbara, querían desasnar a la gente. Y se encuentran con todo el concepto hippie de La Cofradía de la Flor Solar". Isa Portugheis: "Cuando se formó el Diplodocum Red & Brown yo tendría unos 19 años y Skay 16 o 17. La música era super psicodélica. Había elementos audioviosuales, teníamos un proyector con disco de aceite, tela transparente detrás de la que había gente haciendo expresión corporal. La formación era Topo Daloisio en guitarra, Skay en bajo, Bernardo Rubaja en órgano y yo en batería. Cantaba Guillermo Beilinson. Con el tiempo, Skay y Guillermo se coparon con el campo y allá se fueron". El viernes 5 de noviembre de 1969 las dos fuerzas rockeras de La Plata confrontaron en el escenario de l teatro Opera (58 y 11). Esa noche la organización El Cucurucho colmado de flores presentó a La Cofradía de La Flor Solar y Diplodocum Red & Brown en un mismo escenario. Esa noche, Poly conoció a Skay. La banda formada por los platenses Carlos "El Indio" Solari (voz), Skay Beilinson (guitarra), Fenton y Nestor Madrid(bajo), Migoya (batería), Bernardo Rubaja (teclados) y el porteño Conejo Jolivet (primera guitarra) tuvo ensayo general el jueves 17 en el mismo escenario del Artes y Música. Alguien, dejó la canilla del baño abierta y al otro día la sala amaneció inundada. Una desgracia con suerte, bah, ya que la humedad que impregnó el piso de moquette evitó que los petardos y cohetes utilizados al día siguiente por los efebos incendiaran el pequeño teatro. Si bien la mayoría del público estaba compuesta por platenses, las fiestas de las que los Redondos tomaban parte en el teatro Lozano de La Plata (11 entre 45 y 46), los Lozanazos, habían tenido testigos porteños como el periodista Claudio Kleiman y Horacio Fontova, ambos del staff de la revista de cultura rock Expreso Imaginario. Ellos desparramaron el incipiente mito del grupo en Buenos Aires al tiempo que Poly y Skay expandieron la novedad del recital desde el bar Los Pinos (Paraná y Corrientes), entonces uno de los refugios de la bohemia. Poly: "Rocambole y Resorte Hornos hicieron los volantes y yo elegí estratégicamente donde repartirlos. Escuelas de teatro y danza, circulos de filosofía, había que tener mucho cuidado porque el momento era bravo y en La Plata ya estábamos marcados". Fenton: "Para mí fue un shock porque había mucha gente que no conocíamos . Hasta ahí siempre habíamos tocado para un público de amigos y conocidos. Por supuesto que yo pasé todo el recital con la paranoia de que afuera había un celular esperando para llevarnos". Rocambole: "La cosa en La Plata se estaba poniendo muy dura, jodida, el CNU, una concentración de derecha, se había apoderado de la universidad. La época en que empezaron a tocar Los Redondos era pleno Proceso. Y estábamos todos en las listas. A mí me detuvieron dos veces. Una vez me agarró el ejército con tres integrantes más de La Cofradía, estuvimos cinco días desaparecidos y al final zafamos de pedo" Poly: "En una oportunidad nos allanaron la casa también y nosotros no estábamos. Y cuando llegamos habían roto el candado, y habían entrado, y habían dejado los pasaportes nuestros sobre la mesa. Revolvieron toda la casa. Ese fue el primer allanamiento. Después hubo otro y ahí nos vamos..." El grupo de gente conectado en nombre de Patricio Rey que bajó a Buenos Aires en agosto del 78, descendía directamente de La Cofradía de la Flor Solar y La Casa de la Luna (un grupo comunal fundado por Poly a semejanza del anterior). La Cofradía se desvanece hacia 1972 y La Casa de la Luna (Poly, Skay, Guillermo Beilinson y otros) se muda a las sierras de Tandil. Luego, el mismo grupo de gente converge en la zona de City Bell donde se instalan talleres artesanales. En el de Guillermo trabajan Fenton, Sergio Martínez y el Indio. Hacen estampados de tipo hindú. Rocambole ya tenía el suyo y además un negocio en la calle 8. Poly, en tanto, fabricaba ropa. Para entonces, Guillermo Beilinson era el líder carismático de la "patota". Junto a Norman Oyermoindigui (curioso anagrama que usaba el Indio como seudónimo) escribía guiones para futuras películas. Fueron dos: Ciclos de cielo sobre viento y Horizontes de metal. Y así fue que desde las cenizas de Diplodocum se armó un grupo para hacer la banda de sonido de tales filmes. El grupo que habían empezado Skay, Fenton y Rubaja rotaba de miembros continuamente y trasladó los ensayos en el sótano del Paseo comercial Rodrigo (51 entre 5 y 6) a las fiestas que darían lugar a los "Lozanazos". Rocambole: "Eran un pequeño territorio liberado. Por ejemplo, se soltaban gallinas, la gente abría los matafuegos. Una noche, un actor subió a escena y, simplemente, se afeitó en público". Entre 1976 y 1977, la patota del Lozano emprende la diáspora. Guillermo se va a Venezuela, el Indio a la casa de sus padres en Valeria del Mar y Skay y Poly a Salta: La misión, administrar un campo de porotos y zapallos en el límite con Tucumán y Chaco. Del diario El Intransigente de Salta, jueves 5 de enero de 1978: Por vía automovilística, llegará hoy a nuestra ciudad el omnibus que conduce al conjunto espectáculo marplatense (sic) Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. Fenton: "Lo de Salta fue una gira mágica y misteriosa. Salimos de noche y me acuerdo que el micro era un Volvo al que le habían afanado la L de la marca. Al micro le decíamos el ex preso imaginario, porque todos , alguna vez, habíamos caído en cana. Bueno, creo que nos pararon en todos los retenes militares que habían dispuestos en las rutas. Zafamos con la excusa de que era un viaje universitario...al final hicimos un arreglo con un tipo que le decían El Polaco, tenía un boliche, que un poco era el lugar trampa de la ciudad. Tocamos tres veces en diez días y el tipo nos hizo hacer tres entradas por noche. El público eran básicamente cogotudos, había un subcomisario que se divertía viendo el show...rarísimo" A fines de mayo Skay consigue, al fin, el guitarrista que estaba buscando. El conejo Jolivet, un chico de pura cepa blusera que a los veinte años ya había tocado con Pappo. "Querían un sonido más fuerte" dice Jolivet. "Skay siempre tocó de puta madre pero quería delegar los solos y ser el director musical del grupo" dice Fenton. Como fuera, el encuentro del joven guitarrista con Poly y Skay resultó revelador... Jolivet: "Me citaron a un departamento en el centro. Me impresionó que me recibieran tomando mate. Es que el ambiente era muy reventado. Parecían provincianos, un poco" "Ensayabamos tres o cuatro veces por semana. Y el cantante nunca aparecía. Yo les preguntaba cuando viene el cantante?. Me decían: Es el 'astronauta italiano'. Y nada más. Me hablaban de Patricio Rey y yo me preguntaba 'será un gurú'. Me adoctrinaron, un poco" "Hasta que al final dos días antes aparece el Indio. Un cantante calvo, con un bigote tipo cepillo y una voz aguda y áspera, absolutamente inusual para el standard de la época. Yo tampoco había escuchado las letras, porque Skay apenas si las cantaba. Eran rarísimas...y encima las cantaba este tipo vestido como de oficina que ni siquiera parecía un bohemio." Carlos Solari llegó a la comunidad que después formaría la patota del Lozano, como un amigo más de Guillermo Beilinson. Nacido en Entre Ríos (al igual que varios de los miembros de La Cofradía), su familia se había instalado en La Plata y, luego, cuando mudaron a Valeria del Mar, ocupó la casa familiar que era conocida como "La trinchera". Fenton: "La primera vez que lo ví fue en una reunión y tenía el pelo por los hombros. Aunque ya se le notaban las entradas" Sin conexión con La Cofradía ni Diplodocum Red & Brown, la figura del Indio como cantante de los Redondos sorprendería tiempo después al baterista Isa Portugheis. "Yo era compañero suyo en la escuela Juan Manuel Ortiz de Rosas y hasta que me voy en el 74 a Europa nunca había cantado nada". Rocambole: "En esa época vamos a vender remeras a la playa con mi amigo Paul de La Cofradía y pasamos por Valeria. El Indio Solari administraba un hotel pequeño, el Alex. Yo lo conocía poco. Hubo una guitarreada y el Indio cantaba unas baladas medio bossa nova. Ahí lo escuchamos y le decimos: 'Pero, che, con esa voz tenés que cantar rock'". "Al fin se produjo la presentación capitalina de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, una delirante banda platense que puede llegar a sacudir el almidón de nuestra música a fuerza de rocknroll y buen humor", escribió Claudio Kleiman en el número 26 del Expreso. El sultán vestido con un traje impresionante repartía los buñuelos de ricota a través de un séquito de Efebos casi desnudos. Las chicas del ballet llevaban mallas estampadas con estrellas y conformaban las Superwimen. El payaso Martínez interrumpía con monólogos de inspiración dadaísta. Un seguidor de La Plata subió a escena, se quitó el reloj y lo pisoteó en el escenario. En tanto, "la voz fuera de todo standard" del astronauta italiano ("Le gustaba ponerse un enterito blanco como usaban los de la NASA, no cuando van al espacio, sino a la oficina") entonaba temas como "Mariposa Pontiac", "El Hidromedusa", "Spiroqueta palidum" y "Algo escandaloso sucedió en el bazar de Wakeman & Fripp". Poly: "Te imaginás el tipo del teatro cuando vió eso". Efectivamente, el tipo del teatro cuando vió eso pensó que era demasiado para el momento y decidió cortar por lo sano .Y los que se acercaron a la puerta del Centro de Artes y Música para la segunda función, se llevaron un premio consuelo: La fotocopia con la promesa escrita en bolígrafo: "VOLVERÁN" |
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